Una pequeña ayuda para una educación sin barreras

Una pequeña ayuda para una educación sin barreras

Historia

Un ordenador. Esta era la solución que requería Alba (nombre ficticio) para ayudar a sus hijos con los estudios, pero su adquisición suponía un coste que esta madre divorciada no podía permitirse. Un dinero que ese mes no destinaría a pagar la luz, el gas o la comida de sus pequeños.

Daniel y Rubén (nombres ficticios), de 6 y 9 años, empezaban a necesitar un ordenador para presentar los trabajos que les pedían en la escuela, así como para acceder a ciertas aplicaciones educativas. Alba sabía que el buen resultado de sus hijos en los estudios era decisivo para su futuro, pero los gastos domésticos no le permitían afrontar este desembolso extra, y el apoyo que recibía por parte de su exmarido tampoco le ayudaba a asumir la compra de este dispositivo.

Sin embargo, la ayuda que sí encontró Alba fue la de sus compañeros de trabajo, quienes se volcaron desde el principio con su situación. Cuando los niños necesitaron ropa, por ejemplo, realizaron una pequeña recolecta en su empresa para que esta madre pudiera renovar el vestuario de sus hijos.

Precisamente, ellos fueron además quienes trasladaron su necesidad a Corazón y Manos y, gracias a la colaboración de Clece, pudimos proporcionarle un ordenador que la empresa iba a reemplazar.

Alba recibió nuestra ayuda con gran alegría. Desde Corazón y Manos nos desplazamos hasta su domicilio a entregarle el ordenador, momento en el que nos dimos cuenta de que, además, sus hijos carecían de muebles adecuados para estudiar cómodamente y sin ruidos: la mesa y sillas del salón componían el espacio de estudio de los dos pequeños.

La situación familiar de Alba le impedía trabajar a jornada completa, por lo que su economía no estaba preparada para asumir un gasto extra y destinar parte de su sueldo a la compra de estos muebles. Para poner solución a este problema, comenzamos a buscar dos mesas y dos sillas que se ajustaran a las medidas de la habitación.

Nuestra colaboración con la compañía Leroy Merlin nos permitió poder responder a la necesidad de Alba. Esta empresa nos proporcionó dos mesas, dos sillas y dos flexos, que actualmente sirven a Daniel y Rubén de centro de estudio.