Corazón y Manos con Ucrania

Corazón y Manos con Ucrania

Historia

Corazón y Manos se plantea un reto, traer a España a 22 familiares y amigos ucranianos de trabajadores de Clece para ponerles a salvo de la guerra que asola su país desde hace casi un mes. Para lograrlo, nos aliamos con Clece, con la asociación GIRAS (Grupo de Intervención Rescate Ayuda y Salvamento), y de varios voluntarios particulares.

Esta acción humanitaria, organizada en tiempo récord, tiene su origen en una iniciativa de nuestro compañero Diego Álvarez Ossorio, gestor de proyectos de I+D+i en Clece, que solicitó ayuda a Corazón y Manos para llevar material higiénico-sanitario a los afectados por la guerra. Nuestra ONG le proporcionó cuatro furgonetas de Clece y propuso ampliar el alcance de la acción para que nuestros compañeros ucranianos se reunieran en España con sus familiares que aún están en su país de origen.

Con este nuevo objetivo en mente, durante una semana varios empleados de Clece trabajaron sin parar para poner al servicio de la causa las furgonetas y todo el material necesario para el viaje, así como para localizar a nuestros compañeros ucranianos para ofrecerles traer a sus familiares a nuestro país. Paralelamente, Diego se rodeó de conductores profesionales de la asociación GIRAS y de varios voluntarios particulares que son los que le acompañarían en su viaje a Cracovia.

Además de los familiares de nuestros compañeros, el resto de plazas libres de esos vehículos podrían ser ocupadas en el viaje de vuelta por más mujeres, niños y personas mayores que necesitasen salir de ese entorno. En total, podíamos traer a España a un máximo de 39 personas.

A continuación puedes leer el diario del viaje:

PRIMER DÍA. Miércoles, 23 de marzo de 2022. Madrid – Mercuil (Francia).

Se cumplen 28 días desde que las tropas rusas invadieron Ucrania y Corazón y Manos pone en marcha su convoy humanitario para ayudar a los afectados por la guerra.

A las 6:00 de la mañana, seis furgonetas procedentes de distintos puntos se han encontrado en el municipio madrileño de La Cabrera y sobre las 8:00 han partido hacia la ciudad polaca de Cracovia.

“Con el ánimo a tope” es el mensaje que nos han transmitido esta mañana, poco después de partir, los un grupo de 15 voluntarios integrantes del convoy humanitario de Corazón y Manos.

Esta primera jornada del convoy humanitario de Corazón y Manos comenzó plagada de emociones. Y es que, al punto de partida, además de los 15 voluntarios de esta acción, acudieron cuatro mujeres ucranianas que solicitaron unirse al viaje, pero solo al trayecto de ida. Se trata de dos madres y sus hijas adolescentes que han decidido regresar a sus localidades de origen para cuidar a las personas mayores de sus familias que no han podido escapar de la guerra.

Al conocer que Corazón y Manos había organizado este viaje, estas mujeres vieron la oportunidad de reunirse con sus seres queridos para atenderlos y acompañarlos en estos momentos tan complicados. Nuestro compañero Diego y el resto de voluntarios no dudaron en hacerles un hueco en las furgonetas y en aceptarlas como compañeras de viaje.

Aunque no son las únicas pasajeras del convoy con esa nacionalidad, porque en una de las seis furgonetas también viaja Araik, un joven ucraniano, hijo de una compañera de Clece, con una doble misión. Por un lado, hacer de traductor en tierras ucranianas y, por otro, recoger a cuatro de sus sobrinos, menores de edad, para traerlos a un lugar seguro en España, lejos del horror que están viviendo. La presencia de Araik durante el viaje también está facilitando la comunicación con las cuatro mujeres ucranianas que se sumaron al convoy a última hora.

El primer día, los voluntarios recorrieron unos 1.300 kilómetros durante cerca de 13 horas gracias a los doce conductores profesionales que se turnan aproximadamente cada tres horas. El último relevo fue a las 21:00 horas y poco después de la medianoche pararon en la localidad francesa de Merceuil para pasar la noche y dormir con un sueño en común: llegar lo antes posible a Cracovia. Las furgonetas les han servido de lugar de descanso en el parking exterior de un hotel. En ese punto, podemos decir que ya han recorrido aproximadamente la mitad del camino de ida, así que, si todo marcha según lo previsto, al día siguiente llegarán a su destino.

SEGUNDO DÍA. Jueves 24 de marzo. Mercuil – Cracovia

Tras descansar unas tres horas dentro de las furgonetas, en el parking exterior de un hotel, nuestros voluntarios se han vuelto a poner en marcha a las 4:00 de la mañana.

Las ganas de llegar pronto a Cracovia son mucho más fuertes que el cansancio del primer día, así que los conductores que han dormido más horas durante la noche son los primeros en coger el volante, mientras el resto sigue echando una cabezada durante esas primeras horas de la ruta de hoy.

Sobre las 7:15 de la mañana, es decir, casi 24 horas después de partir desde Madrid, el convoy humanitario de Corazón y Manos ha entrado en tierras alemanas.

Atravesar Alemania ha llevado una gran parte de la ruta del día, pero sobre las 18:45 las seis furgonetas ya estaban en Polonia. Aún les quedan unas cuatro horas para llegar al lugar donde dormirán esa noche: el Monasterio de las Carmelitas Descalzos de Czerna, a unos 33 kilómetros de Cracovia.

En este monasterio dejarán el material higiénico-sanitario que llevan a bordo, para que los padres carmelitas los repartan entre los afectados por la guerra: pañales, compresas, vendas, gasas, agua oxigenada…

Han pasado casi 40 horas desde que las seis furgonetas salieron de Madrid y el cansancio de sus ocupantes es evidente, pero, aun así, el objetivo del viaje mantiene intacta su motivación. Además, saben que esta noche cambiarán las improvisadas camas de los vehículos por un lugar más cómodo dentro del monasterio, gracias a que los padres carmelitas les han cedido habitaciones donde dormir. Así, podrán descansar en condiciones y recuperar fuerzas para el día siguiente. Y es que el viernes es cuando se dedicarán a recoger, en distintos puntos de Cracovia, a las personas que traerán en el viaje de vuelta a Madrid.

En esta segunda jornada, el convoy ha recorrido unos 1.450 kilómetros durante 14 horas.

TERCER DÍA. Viernes 25. Cracovia – Frontera de Polonia con Alemania

Amanece en el Monasterio de los Carmelitas Descalzos. Este monasterio se ha convertido en la base de operaciones del convoy humanitario durante el día de hoy, pero los monjes ya lo estaban usando como refugio para varias personas que han escapado de la guerra. De hecho, dos familias que ya estaban allí se han apuntado al viaje de vuelta, tras asegurarnos de que cuando lleguen a España se hará cargo de ellas una de las asociaciones con las que colaboramos. Nuestro compañero Diego nos envía esta crónica.

“Los monjes son encantadores. Ayer rompieron su aislamiento para recibirnos levantados hasta que llegamos todos y nos cedieron habitaciones la zona de clausura. He dormido como un leño. Han sido seis horas de sueño reparador y después de desayunar comenzaremos a ir a buscar a las personas que llevaremos a España en el convoy”.

Los voluntarios se organizan en dos grupos. Uno de ellos se quedará en el monasterio, ayudando a los monjes a descargar el material higiénico-sanitario que han llevado desde Madrid; y el otro se acercará a los puntos de Cracovia donde han acordado encontrarse con los familiares ucranianos de compañeros de Clece.

Una de las personas que ha viajado desde Madrid hasta Cracovia es Araik, un joven ucraniano de 34 años cuya madre, Nona, es compañera de Clece. Su implicación como voluntario en el convoy de Corazón y Manos responde a motivos muy personales, dado que ha ido a buscar a cuatro de sus sobrinos, menores de edad.

“Dos días antes de que empezara el viaje comenzaron a atacar la zona donde viven mis sobrinos, así que cuando los jefes de mi madre le ofrecieron la posibilidad de traer a España a nuestros familiares, me apunté enseguida. Pensé que si no sacaba de allí a mis sobrinos antes de que les pasara algo, no me perdonaría a mí mismo en la vida”, nos cuenta Araik en un mensaje.

Ayer, a las 19:30, los cuatro menores cogieron un tren desde la ciudad ucraniana de Ivano-Frankivsk con destino a Cracovia. Tras doce horas de trayecto, esta mañana se han reencontrado con Araik y en las próximas horas iniciarán juntos el viaje hacia España, junto al resto de personas del convoy humanitario.

“Si pudiera, salvaría todas las vidas que están en peligro. Pero en esta guerra eso ya es imposible, así que lo único que puedo hacer ahora es agradecer a Clece y Corazón y Manos todo lo que han hecho para llegar hasta aquí. Diego y el resto de voluntarios me han animado mucho estos días, durante los que ha sentido cosas que jamás pensé que fuera a sentir. Me siento muy afortunado de haber conocido a todas las personas del convoy, con tanta fortaleza y ganas de ayudar”, explica Araik.

Además de recoger a sus sobrinos, durante el día de hoy este joven está yendo a buscar a otros ucranianos en distintos puntos de Cracovia. Son tanto familiares de compañeros de Clece como otras personas que pueden tener plaza en las furgonetas gracias a los acuerdos que tenemos con entidades del tercer sector que nos han garantizado que se ocuparán de ellas cuando lleguen a España.

A primera hora de la tarde, podemos confirmar que las 39 plazas libres para el viaje de vuelta ya están ocupadas. Los asientos están destinados a 18 familiares y amigos de compañeros de Clece, las 4 personas refugiadas en el monasterio y otros 17 mayores, mujeres y menores de los que se harán cargo en España distintas entidades sociales.

Entre este último grupo, se encuentra una familia de cinco personas (padre, madre y tres hijos) que vivían en el Este de Ucrania y que han tardado días en atravesar el país en guerra hasta llegar a Cracovia. Esta familia ha llegado con su perro, que se ha convertido en un pasajero más.

A las 19,00 joras, las seis furgonetas emprenden el viaje de vuelta con 39 personas ucranianas (y tres perros) que cada vez están más lejos del conflicto que está arrasando su país. Hasta llegar a Madrid tienen por delante unos 2.800 kilómetros que habrán completado el próximo domingo.

CUARTO DÍA. Sábado 26 de marzo. Frontera Alemania Polonia – Valence (Francia)

A las 5:30 de la mañana, el convoy ha vuelto a ponerse en marcha tras parar unas cuatro horas en un hotel ubicado a unos 450 kilómetros de Cracovia, en un área de descanso cerca de la frontera entre Polonia y Alemania.

En el hotel, todos han podido ducharse, cambiarse de ropa y dormir un rato. Por delante, aún quedan unos 2.400 kilómetros hasta Madrid.

Poco después de salir, una de las furgonetas ha tenido un pequeño fallo mecánico, pero todo se ha solucionado rápidamente gracias a la ayuda recibida en un taller cercano a Chemnitz, ya en Alemania. La solidaridad del convoy humanitario de Corazón y Manos es contagiosa, porque los mecánicos no han querido cobrar por sus servicios.

Uno de los conductores del convoy humanitario es Sebas, un policía nacional, el grado de seguridad y la confianza en la causa no puede ser mayor. Eso es lo que debieron pensar algunos de nuestros voluntarios al enterarse de que Sebas se unía a la iniciativa de Corazón y Manos. Pero es que, además, este policía está siendo un compañero de viaje ejemplar.

Su implicación en esta acción humanitaria no está relacionada con su profesión, sino que nació a nivel personal por su relación con Nona, una compañera ucraniana de Clece que le ayuda en algunas tareas domésticas. Día a día, Nona le explicaba cómo avanzaba el conflicto, por lo que Sebas ya había tomado la decisión de organizar un convoy para ir a ayudar en lo que pudiera. Por circunstancias, su proyecto no salió adelante, así que al enterarse de que Clece había ofrecido a Nona la posibilidad de traer a sus familiares a Madrid, se apuntó a la causa sin dudarlo.

Desde el primer momento, con su don de gentes y buen humor, se ha ganado el cariño y la confianza de sus compañeros de viaje y de las personas ucranianas que han ocupado las plazas libres de las furgonetas.

“He de decir que mi motivación también viene como una forma de agradecimiento, de devolver lo que yo mismo y mi abuelo hemos recibido. Soy de origen uruguayo porque mi abuelo era gallego y cuando estalló la Guerra Civil Española se vio obligado a emigrar a Uruguay. Tanto él en mi país como luego yo, cuando vine a vivir a España, fuimos aceptados como uno más”, nos cuenta Sebas.

QUINTO DÍA. Domingo 27 de marzo. Valence – Madrid

El sábado el convoy paró en un hotel de Valence, a unos 1.200 kilómetros de Madrid. Con una hora menos de descanso en el cuerpo, por el cambio al horario de verano, reanudan sobre las 7:00 el camino de vuelta. Todo marcha según lo previsto y, para no perder tiempo, hoy solo pararán para repostar, estirar las piernas y comprar algo para comer dentro de las furgonetas.

Antes de llegar a Madrid, el convoy tiene un destino previo: Burgos. Allí, nuestros compañeros de Clece en el área Noroeste estarán esperándoles con otras dos furgonetas para trasladar a 16 de las personas ucranianas a Dueñas, un pueblo palentino donde les hemos encontrado refugio.

Dos de los voluntarios del viaje son Laura y Juan, un matrimonio de Ávila que se enteró de la acción de Corazón y Manos a través de su amigo Carlos, un miembro de GIRAS que también forma parte del convoy.

“Nos pareció una iniciativa muy valiente y generosa, así que decidimos apuntarnos y estamos encantados de colaborar, algo que pudimos hacer gracias a que también contamos con el apoyo económico de muchos familiares y amigos”, nos cuenta Laura. Y es que, antes de partir, el matrimonio organizó una campaña de crowdfunding para alquilar por su cuenta una furgoneta con la que se unieron al convoy humanitario.

En el viaje de ida, Laura y Juan acercaron hasta Cracovia a dos de las mujeres ucranianas (madre e hija) que decidieron regresar a su país en plena guerra, una de las duras historias que hemos conocido estos días. “Contactaron con nosotros a través de un familiar y nos pidieron el favor. Hace unas semanas, las dos llegaron a España en autobús junto con el hijo mayor de la familia, de 17 años, para dejar a este último a salvo con un tío que vive en Madrid, con el fin de evitar que le llamaran para ir a luchar”, explica Laura. Ahora, las dos mujeres han vuelto para estar cerca del padre de la familia, que tiene que ir a la guerra, y parar cuidar a los familiares mayores que no han podido salir del país.

Durante los cinco días, Laura y Juan han sido dos miembros más del equipo, echando una mano en todo lo que han podido. Y en el trayecto de vuelta, el papel del matrimonio ha sido fundamental para encontrar alojamiento para los 54 miembros del convoy (15 voluntarios y 39 refugiados ucranianos) durante las dos últimas noches. Desde su furgoneta han gestionado todo lo necesario, con la ayuda prestada desde Madrid por uno de sus contactos, para tener un buen sitio donde asearse y descansar.

Están a punto de dar las 17:00 horas cuando el convoy marca uno de sus últimos hitos al cruzar la frontera entre Francia y España. Las 54 personas a bordo de las seis furgonetas lo celebran con alegría y continúan avanzando con dos destinos en mente: Burgos y Madrid.

Sobre las 20:00 horas, el convoy humanitario llega a Burgos. Allí le esperaban nuestros compañeros de Clece en Noroeste con otras dos furgonetas en las que se han subido 15 de los pasajeros recogidos el viernes en Cracovia.

La despedida ha sido muy emotiva, como nos describe Sebas, nuestro policía voluntario: “Ha sido un momento bastante durillo. Parece mentira que puedas llegar a coger tanto cariño a gente que no conoces de nada”.

Tras esto, las otras 24 personas ucranianas continúan su viaje con nuestros 15 voluntarios. Unos se quedarán en Ávila, otros en El Escorial, una mujer viajará a Toledo, y el resto en la última parada del convoy: la estación de Chamartín de Madrid.

A las 23:00 horas, el convoy humanitario de Corazón y Manos ha puesto fin a la aventura que comenzó el pasado miércoles, cuando seis furgonetas partieron rumbo a Cracovia.

Después de recorrer 5.600 kilómetros, los 15 voluntarios han regresado tras poner a salvo a 39 personas ucranianas, muchas de ellas familiares y amigos de compañeros de Clece. Desde hoy mismo, lejos de la guerra, estas personas volverán a planear su futuro, sin dejar de pensar en el momento en el que se reunirán de nuevo con los que no han podido abandonar su país.

No podemos sentirnos más orgullosos de la valentía y generosidad de nuestros voluntarios y de todos los que han ayudado en esta acción humanitaria. Nuestro agradecimiento a todos ellos, Diego, Guillermo, Carlos, Sebas, Araik, Laura, Juan, Rafa, Arturo, Enrique, Álvaro, Íñigo, José, Gustavo e Ignacio.

Cerramos este cuaderno de viaje con un mensaje de Araik, el hijo de nuestra compañera Nona, quien se unió al convoy para ir a buscar a sus sobrinos menores de edad: “No tengo palabras para agradeceros todo lo que habéis hecho. Me habéis enseñado que sois un gran equipo y para mí sois también UNA GRAN FAMILIA. Esos días he sentido tanta emoción que he llorado de felicidad al ver todo lo que habéis conseguido. Esto no tiene precio en ningún mercado del mundo. ¡¡¡GRACIAS!!!”.

¡Gracias infinitas a todos!